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Cuento: El Jardín interior

El Jardín Interior

En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía un joven llamado Leo. Aunque su vida estaba llena de comodidades, sentía un vacío en su interior. Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró a un anciano sabio meditando junto a un estanque.

Intrigado, Leo se acercó y le preguntó al anciano sobre la meditación. El anciano sonrió y le dijo: «La meditación es como cultivar un jardín interior. Imagina tu mente como un terreno fértil y tus pensamientos como semillas. La meditación es el arte de sembrar semillas de paz, amor y claridad en tu mente».

Leo decidió aprender a meditar. Se sentaba en silencio todos los días, cerraba los ojos y respiraba profundamente. Al principio, su mente estaba llena de pensamientos errantes, pero con el tiempo, aprendió a dejarlos ir. A medida que practicaba la meditación, su jardín interior comenzó a florecer.

Las flores de la paciencia comenzaron a brotar, los árboles de la compasión crecieron altos y fuertes, y los arbustos de la claridad se extendieron por todo su ser. Con cada respiración, Leo encontraba tranquilidad en su interior.

Un día, mientras meditaba junto al estanque, vio su reflejo en el agua quieta. Ya no veía un rostro preocupado, sino uno sereno y sonriente. Había encontrado la paz que tanto anhelaba, todo gracias a su práctica diaria de meditación.

Y así, Leo siguió cultivando su jardín interior, recordando siempre las palabras del anciano sabio. Descubrió que la verdadera riqueza no se encuentra en posesiones materiales, sino en la paz interior que proviene de la meditación y el cultivo del jardín dentro de uno mismo. Desde entonces, su vida estuvo llena de alegría y serenidad, y su jardín interior floreció en todo su esplendor.